¿Por qué la independencia financiera?


¿Por qué la independencia financiera?Cuando le preguntas a cualquier persona qué se entiende por independencia financiera o por qué trabajan para conseguirla, una de las respuestas más habituales es: «quiero vivir sin trabajar«. Lo cierto es que como objetivo está muy bien. Todo el mundo quiere vivir sin trabajar pero la mayoría no lucha para conseguirlo, supongo que porque estamos programados desde pequeñitos para hacer justo lo contrario: trabajar mientras podamos. Y luchar contra tus pilares existenciales es muy complicado, tanto por ti, que tienes que desaprender, como por tu entorno, que no entenderán tus inquietudes y sacarán a escena toda su maquinaria para convencerte de que no lo hagas.

Pero a mi siempre me ha parecido una visión demasiado simplista. Organizar toda tu vida y embarcarse en el camino hacia la independencia financiera sólo para no trabajar me parece excesivo.

Gracias a este blog he conocido a mucha gente que ha alcanzado la libertad financiera o está buscando la independencia financiera, y una de las constantes suele ser que son personas muy trabajadoras, inconformistas y que sueñan con tener tiempo para dedicar a lo que les gusta realmente: escribir libros, hacer un blog, colaborar con proyectos que les interesan, etc… Muchos de ellos coinciden en que, una vez alcanzado el objetivo, utilizas todo tu tiempo con cosas que te interesan y estás mucho más ocupado que cuando trabajabas.

¿Por qué es importante la libertad financiera?

Por eso, si revisamos el concepto de independencia financiera, veremos que es más una cuestión de poder decidir en qué ocupas tu tiempo que de no ocuparlo trabajando. Así, podemos decir que las razones para buscar la independencia financiera son tres:

  • Tener más seguridad financiera para evitar que cualquier contratiempo externo ponga en jaque tu bienestar.
  • Conseguir más libertad personal y no estar atado a tu trabajo, a una pensión o a las ayudas del Estado.
  • Poder desarrollarse personalmente, al disponer de tiempo para dedicar a lo que realmente te hace sentirte realizado interiormente.

Veámoslos un poco en profundidad.

La independencia financiera te da seguridad


La vida económica de una persona estándar se basa en tres pilares sólidos:

  • Pilar 1: Tener un trabajo que me proporcione dinero para vivir.
  • Pilar 2: Tener una serie de prestaciones cuando no pueda trabajar temporalmente (prestación de desempleo, baja laboral, bajas por maternidad, excedencias, etc…).
  • Pilar 3: Tener el compromiso del Estado de pagarme una pensión de jubilación cuando ya no pueda trabajar.

Además, aunque tengas la impresión de que estos tres pilares sustentan tu bienestar económico, la realidad es que eres esclavo del sistema y no puedes escapar de él.

Tener trabajo

En primer lugar, hay que dejar claro que tener un trabajo es fantástico. La teoría dice que cuando estás estudiando identificas cuál es tu pasión, te formas para poder trabajar en ese área, encuentras el trabajo de tu vida y vas evolucionando en él porque lo haces muy bien y tus jefes van promocionándote.

Esto sobre el papel claro.

La realidad es que hoy en día los trabajos no son para toda vida. La precariedad laboral ha llegado para quedarse en forma de contratos temporales y de personas cada vez más sustituibles. Hay excepciones, claro, pero la amenaza de que tu empresa pase por dificultades económicas o quiera mejorar los beneficios siempre está ahí. Desgraciadamente en estos casos lo más fácil es recortar en personal.


¡Pero tranquilo! El Estado está ahí para protegerte con la prestación de desempleo.

O igual no tienes que estar tan tranquilo: ¿qué pasa cuando esa prestación se acaba? ¿qué ocurre si no encuentras otra trabajo? ¿o si está peor pagado? ¿o si tienes que actualizar tus conocimientos para volver al mercado de trabajo?

La independencia financiera te protege contra esto. El trabajo y la prestación de desempleo dejan de ser imprescindibles para que sigas con tu estilo de vida, simplemente porque los ingresos estarán garantizados y llegarán cada mes de manera pasiva, sin necesidad de tener que trabajar para obtenerlos.

Prestaciones para cubrir contingencias temporales

Como ya sabes, el salario no llega íntegro al trabajador. Además de los impuestos sobre las rentas del trabajo (Impuesto sobre la renta) hay una parte del salario que son contribuciones al sistema público para luego tener derecho a las prestaciones en caso de que te despidan, no te renueven el contrato, te pongas enfermo, etc…

En estos casos, en función de lo que hayas contribuido al sistema tendrás derecho a una prestación que cubra estas contingencias. Si has contribuido más, recibirás una prestación mayor, y si has contribuido menos, una prestación menor.


El Estado te proporciona una sensación de seguridad al cubrir estas situaciones en las que no puedes trabajar, pero lo hace a cambio de contribuciones bastante grandes. Aunque en tu nómina veas un importe pequeño, piensa que la empresa también contribuye con un porcentaje alto de tu salario, alrededor del 30%.

Por eso, aunque el Estado te da seguridad ante estos imprevistos, también te esclaviza al disponer de ese dinero para darte esa protección. Imagínate que pudieras disponer toda la vida del 30% o 35% de tu salario para protegerte tu mismo de estas contingencias.

Una vez más, si has alcanzado la independencia financiera no tienes que preocuparte de todo esto. No necesitarás preocuparte por no poder trabajar temporalmente y tampoco será necesario que el Estado te ayude en ese caso, porque tus ingresos pasivos llegan cada mes sin necesidad de que tú trabajes. Luego tú decides si quieres trabajar o no, pero perder tu empleo no comprometerá tu estilo de vida.

Pensión de jubilación o por contingencias permanentes

Y llegamos al punto conflictivo: toda la vida trabajando para conseguir la tan ansiada pensión de jubilación y ahora nos dicen que está en peligro, que cada vez serán de menor importe, que se retrasará la edad de jubilación, que los pensionistas pierden poder adquisitivo cada año, etc… Si no fuera porque ya lo tenemos asimilado sería realmente impactante: te pago toda la vida para ganarme el derecho a una pensión de jubilación y poder cubrir mis necesidades básicas y ahora no está claro que esto se cumpla.

Por suerte, mucha gente ya es consciente de la fragilidad del sistema público de pensiones y ha empezado a acumular activos para complementar lo que nos acabe dando el Estado que, dicho sea de paso, no está asegurado en ningún lado. Tú de momento ve cotizando cada vez que cobras la nómina, que cuando llegue el momento de jubilarte ya veremos lo que te toca. Lo que te toca si te jubilas este año está  claro, pero lo que te tocará si te jubilas dentro de veinte dependerá de mil factores, como las cotizaciones de ese momento, la pirámide demográfica, la situación económica o el ideario político del gobierno de ese momento.


La pensión de jubilación ha sido y es en muchos casos uno de los motivos principales para intentar alcanzar la independencia económica, que en el fondo es también una manera de comprar tu pensión. Más que nunca, tener garantizadas nuestras necesidades económicas en el futuro parece algo imprescindible. Igual en el futuro todo se arregla y encuentran una fórmula para conseguir que el sistema público de pensiones sea viable pero, aún así, implicaría una mayor presión fiscal.

En cualquier caso, todo apunta a que las actuales pensiones de jubilación se acabarán convirtiendo en prestaciones para garantizar la subsistencia de los jubilados.

Obviamente, todo esto no te preocupará si has alcanzado la independencia financiera o estás en el camino para alcanzarla. La mayoría de gente que lucha por este objetivo piensa en la pensión de jubilación como un extra: si al final me toca algo, perfecto, pero no cuento con ello en mis cálculos porque depende de demasiadas variables que no puedo controlar.

Seguridad o esclavitud

Estos tres pilares que comentábamos (trabajo, prestaciones temporales y prestaciones permanentes) deberían proporcionarte seguridad.

  • Seguridad de tener un trabajo que me proporciona ingresos para vivir.
  • Seguridad de que, si no puedo trabajar, el Estado me ayudará hasta que pueda volver.
  • Seguridad de que, cuando no pueda trabajar definitivamente, el Estado me pagará una pensión.

Pero fíjate que tiene trampa: pagas primero para recibir después y si te sales de lo establecido empiezas a perder derechos. Y no es el único inconveniente:

  • El tener un trabajo te hace dependiente de él. TIenes miedo a perderlo y eso te hace vulnerable y, en cierto modo, esclavo de la empresa que te paga.
  • Si pierdo el trabajo el Estado sólo me ayuda unos meses, en función de lo que he cotizado. ¿Qué pasa si tardas más tiempo en encontrar trabajo?
  • No puedes dejar el trabajo, te tienen que despedir. Tú no decides, deciden ellos.
  • No puedo dejar de trabajar joven, porque la pensión de jubilación será mucho menor. Sí, hay una pensión anticipada, pero sólo te permite dejarlo unos pocos años antes.

Como puedes ver, el sistema está pensado para que siempre estés dentro. Si dejas de estarlo, pierdes derechos. En el fondo, es un nuevo tipo de esclavitud «encubierta», donde es el Estado el que te dice lo que tienes que hacer, cómo lo tienes que hacer y cuándo lo tienes que hacer.

Te puedes hacer a la idea de que eres libre, pero lo cierto es que tienes la vida completamente marcada. Por lo menos en lo básico: trabajar hasta que te jubiles.

La independencia financiera proporciona libertad personal

¿Qué harías mañana si no tuvieses que pensar en el dinero y tuvieras la libertad económica para hacer lo que te apeteciese más? ¿Tendrías el mismo estilo de vida?

Seguro que el primer impulso sería pensar en unas vacaciones perpetuas, un viaje sin fin o en disfrutar constantemente de tus aficiones favoritas. Es decir, en hacer las cosas que siempre quisiste hacer. Eso es lo más visible: lo que quieres hacer y no puedes porque tienes las obligaciones laborales.

Pero también, y no menos importante. está todo lo que no tendrías que hacer. Piensa que el hecho de trabajar trae consigo una serie de condicionantes para nuestra vida. Creo que podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que vivimos para trabajar.


El trabajo marca nuestra vida y rige como tenemos que vivir: encorseta nuestros horarios, hace que tengamos que contratar a gente para hacerlo compatible con nuestra vida (para atender a los niños, para limpiar en casa, etc…) y hace que perdamos mucho tiempo porque tenemos que hacer las cosas al mismo tiempo que todo el mundo.

Vamos a comprar cuando todo el mundo va a comprar. Seguro que has ido algún día al súper a la hora de comer y te has dicho a ti mismo: ¡qué delicia poder comprar a esta hora!

O Utilizamos el coche cuando todo el mundo lo utiliza: a las nueve y a las seis. ¿Recuerdas la última vez que fuiste a la zona donde trabajas un día no laborable? ¿Cómo puedes tardar veinte minutos en hacer un trayecto en el que gastas una hora cada día?

O ir a hacer los trámites a primera hora para no llegar tarde al trabajo. Si has aprovechado un día de vacaciones para hacer alguna gestión y te has presentado en la administración a media mañana es posible que te hayas sorprendido porque hay mucha menos gente que a primera hora.

Dicho de otro modo, si tienes dinero suficiente para no tener que vivir de acuerdo a las normas y horarios de la sociedad, aparte de ganar el tiempo que no tendrás que dedicar al trabajo también ganarás mucho  tiempo por no tener que hacer las cosas al mismo tiempo que el resto de gente.


Por eso decimos que la independencia financiera tiene mucha incidencia sobre la libertad personal.

La libertad financiera favorece tu desarrollo personal

Imagínate por un momento que no tuvieses que trabajar. Imagínate que ya hubieses descansado, estuvieses tranquilo a nivel emocional y hubiese dedicado un par de años a hacer lo que siempre habías deseado. Viajar por ejemplo.

Pues, aunque te sorprenda, estoy segurísimo de que no dedicarías el resto de tu vida a hacer el vago. La gente que valora tanto su tiempo no puede dejar simplemente que se desvanezca sin más y se exigen emplearlo en cosas que les llenen.

Estudiar por el placer de aprender, colaborar con esa ONG cuya labor crees que vale la pena potenciar, escribir un libro, trabajar en algo que te gusta simplemente porque te gusta, ayudar en el centro cívico de tu barrio, enseñar educación financiera a niños, crear un blog sobre ese tema que te apasiona…

Lo que sea. Cada uno sabe cuáles son sus pasiones y cuál es su misión en esta vida.


Eso es lo que debería significar la libertad financiera para ti: la posibilidad de llevar a cabo tu misión. Y ahora tienes todo el tiempo de mundo para hacerlo. Mola, ¿no?

Más razones para la libertad financiera

Si quieres profundizar un poco más, en estos artículos tratamos con mucho más detalle las principales razones para buscar la independencia financiera:

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