Vivir para trabajar puede crear serios desequilibrios personales y familiares¡Hola, cazadividendos! Una excedencia, un año sabático, romper con la rutina durante unos meses tiene un efecto muy curioso con el que no contaba. Sabes perfectamente que quieres vivir de otra manera y esa es la razón de buscar la independencia financiera para poder hacerlo cuanto antes, pero cuando la experimentas durante unos meses, aunque sea de manera temporal, te das cuenta que vivir para trabajar, porque eso es lo que hacemos en muchos casos, no tiene sentido. 

Cuando intento explicárselo a mi entorno me da la impresión de que no soy capaz de hacerme entender. «¡Claro que se está mejor sin trabajar!«, exclaman. Pero no es esa la idea. Lo intento explicar una y otra vez y de diferentes maneras porque creo que es algo que puede suponer un punto de inflexión en su actitud ante la vida, pero creo que en el fondo piensan que soy un vago y sólo intento justificarme.

A ver si lo consigo con este artículo. Si sois lectores de Los Cazadividendos habréis sido testigos de todo el proceso. Primero revisamos todas las opciones para cambiar de vida, después tratamos la reacción de nuestro entorno y finalmente hablamos de los aspectos clave en la nueva vida. Hoy finalizamos hablando de las nuevas sensaciones, después de constatar con la experiencia que intentar cambiar de vida era casi obligatorio.

Nuestra manera de vivir no tiene sentido

¿A qué me refiero con «nuestra manera de vivir»? Pues a lo que hacemos en un día normal y corriente, y cómo lo hacemos. Cuando lo ves desde fuera, cuando coges perspectiva ves claramente que vamos con el piloto automático y a poco que te paras a pensar el castillo de creencias se desmorona: la pensión, el salario, la salud, la educación de los niños, la actitud ante el dinero…

Igual este artículo es más aplicable a una gran ciudad que a localidades más pequeñas, pero creo que te sentirás identificado en mayor o menor medida.


Antes de nada me gustaría mostrarte este vídeo de José Múgica, que probablemente ya habrás visto porque se hizo viral, pero que en mi opinión es muy revelador y relevante para el tema que nos ocupa.

 

¿Otra vez con el rollo del consumismo? ¿Otra vez hablarás de ahorro, de consumo responsable y de construir fuentes de ingresos alternativas? No, esta vez hablaré puramente de sus consecuencias y de cómo marcan aspectos fundamentales de tu vida. Sin más.

El consumismo hace que estés atado al trabajo de manera inquebrantable y el trabajo marca tu manera de vivir de manera inequívoca. No es que trabajar sea malo. No tiene por qué. Pero lo que sí es cierto es que la mayoría de trabajos hacen que no vivas como tú quieres: que no veas suficientemente a tu familia, que no te cuides lo suficiente, que estés en un estado de estrés permanente y que esperes el fin de semana como remedio temporal contra este escenario.

Tomar perspectiva te hace darte cuenta


¿Y por qué ahora? Porque cuando sales de la vorágine y haces cosas «normales» ves lo extraño de las cosas que hacías antes. Ese es mi caso: llevo cuatro meses con una rutina completamente distinta a lo que marcan los cánones sociales.

Nadie lo entiende. ¿Por qué un tío de cuarenta y cuatro años decide dejar un buen trabajo durante nueve meses, arriesgando su estilo de vida actual, que muchos envidian?

O mejor dicho, sí lo entienden. Las razones son fáciles de entender (dedicar tiempo a tu familia, descansar, coger fuerzas, desconectar del trabajo un tiempo, etc….) pero lo ven tan arriesgado, tienen tan interiorizado que la única manera de vivir es la que estoy dejando, que les parece una temeridad.

Mirar con perspectiva es muchas veces la mejora manera de ver los problemas e identificar las posibles solucionesPor otro lado, uno de mis respuestas recurrentes cuando alguien me explica una situación personal y me pregunta qué hacer es devolverle la pregunta. La respuesta la tienes tú, le digo, hazte la pregunta pero francamente. Lo mejor es dar un paso atrás, olvidarte de los prejuicios, observar con espíritu crítico y valorar las cosas en su justa medida. Es decir, mirar con perspectiva, sin ser parte de lo que estás analizando.

Una vez más se demuestra que hablar es muy sencillo pero aplicarlo muy complicado. En mi caso, estar unos meses sin trabajar, cosa que cambia radicalmente tus rutinas, me ha hecho ver cosas que no tenía claras o que me parecían complementarias y ahora me parecen fundamentales.

El trabajo y una rutina tóxica


El trabajo en la sociedad actual muchas veces acaba convirtiendo tu vida en una rutina tóxicaAlgunos de los conceptos que trataré a continuación ya los habíamos comentado, pero creo que es bueno plantearlos desde el punto de vista de José Múgica: es miserable gastar la vida para perder la libertad. En el fondo se resumen en que nuestra vida diaria nos impide ser felices y no es por el trabajo en sí, si no por mil derivadas del hecho de trabajar que nos sumergen sin darnos cuenta en una rutina tóxica.

El trabajo tiene menos retorno

El trabajo actual tiene menos recompensa que hace unos años. Por mucho que se empeñen en mostrarnos datos que demuestran que los salarios crecen, lo cierto es que, cuando hablas con al gente, te das cuenta de que los salarios siguen estancados. En  algunos sectores, como el de las tecnologías de la información, se cobra lo mismo que hace diez años.

Y lo peor no es eso. Lo peor es que en muchos sectores esos salarios no aumentan, no evolucionan en función de méritos y que el mismo perfil cobra menos hoy que hace unos años.

Hace unas décadas una familia podía vivir bien con el sueldo de uno de sus miembros. Normalmente era el del hombre, porque la mujer muchas veces se quedaba en casa. Sin duda su incorporación al mundo del trabajo es un gran logro, pero en mi opinión ha dejado de ser una opción.

Actualmente es necesario que los dos miembros de la pareja trabajen para mantener el equilibrio de la economía familiarEs decir, no es que las mujeres (o los hombres, que para el caso es lo mismo) puedan decidir trabajar o no trabajar. En la mayoría de casos es una obligación, porque el nivel de los salarios, los precios de la vivienda (sea de compra o de alquiler) y la escalada consumista (a la cual es muy difícil resistirse) conforman una ecuación sin solución a menos que incorporemos un segundo sueldo.


O dicho de otra manera: si la vivienda son 700 € al mes y un salario son 1.100 €, o introducimos un segundo salario o no comemos.

La familia

Esto tiene un efecto importantísimo en la familia. Si los dos miembros de la pareja trabajan hay que hacer un encaje de bolillos para mantener el equilibro familiar. Por poner tres ejemplos:

  • Los niños entran al cole a las nueve, pero a esa hora los padres ya están camino al trabajo. Afortunadamente los colegios suelen ofrecer la hora de acogida, un servicio de pago para aceptar a los niños antes de las nueve.
  • Los niños salen del cole a las cinco, pero a esa hora los padres aún están trabajando. Pagar actividades extraescolares, un canguro o que los abuelos vayan a recogerlos son las soluciones típicas.
  • Cuando los padres llegan a casa todo está por hacer: la compra, limpiar, preparar la cena, etc… Contratar a una asistenta que nos ayude con las tareas domésticas es algo cada vez más habitual.

Por supuesto, esto es una generalización. No a todo el mundo le pasará esto, pero en una gran ciudad, con trayectos largos al trabajo, es bastante habitual.

El trabajo impacto directamente en el horario de la familiaEn esta situación, tu vida familiar podría empezar perfectamente a las ocho de la tarde, cuando has pasado por el súper y has recogido a los niños de las actividades extraescolares. Y esa vida familiar la tendrás que compaginar con preparar la cena, bañar a los niños, etc… Y si los niños son pequeños a las nueve o diez de la noche se van a dormir.

Relee este último párrafo porque es sencillamente demoledor. De lunes a viernes nuestra vida familiar empieza a las ocho de la tarde y acaba a las diez de la noche. Y a esa hora nos desplomamos en el sofá frente a algún contenido televisivo poco exigente para desconectar e intentar tranquilizar el alma para poder dormir. Y al día siguiente vuelta a empezar.

Los horarios


Intenta introducir en la rutina que explicaba en el punto anterior algún imprevisto. Por poner un ejemplo:

  • Un trámite en La Administración. Puede ser el ayuntamiento, la Agencia Tributaria, la Seguridad Social… Ya sabes, los que abren de 8.00h a 15:00h.
  • Llevar el coche al taller. Abren a las 8:00h. Si madrugas mucho puedes ser el primero y a las 8:15h puedes irte zumbando al trabajo.
  • Visita al médico a las 10:00h. Te duele mucho ese hombro y es la única hora libre que tenían. Como me prescriban sesiones de rehabilitación diarias me parten por la mitad.
  • Viene el técnico de la caldera a casa. Te dejan escoger horario de mañana o de tarde, pero en tramos de 4 horas.

Estos son sólo cuatro ejemplos, pero hay muchísimos más:

  • Los notarios abren sólo por la mañana excepto un par de días que también abren por la tarde. Si decides ir uno de esos días prepárate, estarás toda la tarde allí.
  • El agente de seguros cierra a las 19:00h.
  • La última hora de mi médico de cabecera son las 18:50h.
  • El banco suele abrir a las 8:15h y normalmente no abren por la tarde, excepto si era una caja de ahorros. En este caso, igual continúan abriendo los jueves por la tarde hasta las 19:45h en horario de invierno.

Da la impresión de que la rutina familiar ha avanzado en una dirección pero que la sociedad no se ha adaptado a esos cambios.

Mucho se habla de conciliación de vida laboral y familiar, del teletrabajo y de horarios flexibles, pero lo cierto es que queda mucho camino por recorrer en este aspecto. Trabajar en remoto o tener horarios cambiantes no encaja mucho con la picaresca española.

Entiéndeme bien, no digo que no sepamos hacerlo, digo que este tipo de facilidades requieren responsabilidad por parte de unos y confianza por parte de otros. Según mi experiencia, tenemos mucho que aprender aún.


La flexibilidad laboral acaba traduciéndose en desequilibrios familiares para compensarlaAsumiendo que esto está logrado y que todos actuamos responsablemente, llevar el coche al taller el lunes, implicará que tendrás que recuperar horas el resto de la semana, cosa que afectará aún más a la conciliación familiar y laboral. O dicho de otro modo, la flexibilidad te permite adaptar tu horario de trabajo para poder atender a tus otras obligaciones, pero esas adaptaciones afectarán al horario del resto de días. Es como una rueda sin fin. La flexibilidad de hoy compromete tu conciliación de mañana.

La salud

Y todo este escenario acaba minando nuestra salud. Horarios que ocupan todo el día, obligaciones familiares, estrés porque no llegas a todo, etc… Todo esto se suma al estrés propio del trabajo en sí. No sé si opinas lo mismo que yo, pero creo que el estrés es uno de los grandes problemas del escenario laboral actual.

La rentabilidad se consigue haciendo más cosas pagando lo mismo y en muchos trabajos ese es el camino que se está escogiendo. Y cuando no tienes tiempo de hacerlo todo o tienes más cosas de las que puedes gestionar de manera fluida aparece el estrés.

¿Qué se podría hacer para intentar compensar esto? Está claro: deporte, comer bien, dormir bien, intentar desconectar cuando no estás trabajando… Pero todo esto es bastante complicado.

Intenta meter el deporte en la rutina que hemos descrito antes. Complicado, ¿no? Puedes hacerlo, por supuesto, pero posiblemente será a costa de dedicar menos tiempo a la familia o perder horas de sueño. Más de uno lo hace y se apunta a un gimnasio. En el mejor de los casos consigue ir de manera habitual, cosa que beneficia directamente a su salud, pero también tendrá efectos negativos en la economía familiar. Exagerado, pensarás. A ver si no puedo ir al gimnasio… Sí, claro que puedes. Es más, debes. Pero eso no significa que eso te meta un poco más en la rueda. Quédate con la idea que luego volveré sobre ella.


Lo mismo con la comida. Llevar una dieta saludable es bastante complicado. La teoría es sencilla, pero llevarla a la práctica no lo es tanto. Es habitual que el trabajo o tus obligaciones familiares al salir te obliguen a comer en poco tiempo: como un bocadillo y ya cenaré bien. Y esta noche me preparo algo de comida para mañana y así no me vuelve a pasar.

Los horarios exigentes nonos permiten cuidar adecuadamente de nuestra saludPero llega la hora de la cena y tienes poco tiempo y acabas comiendo lo primero que encuentras en la nevera, que no suele ser demasiado sano. Y para colmo los niños te piden que les ayudes con los deberes del día siguiente, que se les están resistiendo. Lo de hacer el tupper para mañana creo que no va a poder ser. Me da que mañana volveré a comer mal. Otra vez la rueda sin fin 🙂

Los servicios que necesitamos

Vaya panorama, ¿no? Un trabajo duro con un sueldo demasiado bajo y unos horarios exigentes que no me dejan tiempo para mi familia o para cuidar mi salud. ¿Cómo consigo que todo cuadre? Sencillo, si no llego a todo la única manera de que se aguante todo este castillo de naipes es pagando para que alguien se encargue de las obligaciones tuyas a las que no puedes llegar:

  • Un asistente o asistenta para hacer las tareas del hogar y tener más tiempo para disfrutar con la familia.
  • Un seguro de salud privado para tener atención inmediata y poder escoger médicos que se adapten a nuestro horario.
  • Un gimnasio para intentar estar bien de salud.
  • La hora de acogida porque los niños empiezan el cole después de que nos hayamos ido a trabajar y el comedor de los niños, porque a esa hora estamos trabajando.
  • Actividades extraescolares para que los niños aprovechen el rato desde que salen del colegio hasta que llegamos nosotros.

La paradoja de trabajar para pagar los servicios que necesitamos por el hecho de trabajarY todo esto es dinero. Haciendo un cálculo rápido pueden ser perfectamente unos 600 € para una pareja con un niño. No sé si se ve la paradoja. Tu situación te hace necesitar un montón de servicios para mantener una situación que es la que te hace necesitar esos servicios. Otra vez la rueda sin fin. Imagínate que tu sueldo son 1.200 €. ¿Un trabajo estresante, una vida familiar con carencias, no cuidar tu salud por 600 €?

Vale, acepto que ahí he entrado peligrosamente en el terreno de la demagogia. Muchas veces no podemos elegir y sólo podemos seguir hacia adelante, pero conviene parar y analizar la situación. Hacerlo y ser conscientes del precio que pagamos puede hacernos tomar decisiones valientes que no nos plantearíamos si simplemente seguimos por inercia.


La gran pregunta sería: ¿puedo reducir gastos o buscar esos 600 € en alguna otra fuente de ingresos que me permita llevar una vida más saludable?

¿Y si no trabajo?

La rutina empieza a ser más razonable

El primer efecto de no trabajar es que te sales de esa rueda. Dejas de necesitar el apoyo de mucha gente para mantener el equilibrio laboral y puedes hacerlo tú mismo:

  • Puedes hacer todos los trámites de la Administración o ir a comprar cuando menos gente hay.
  • Puedes dedicar más tiempo a hacer deporte y a preparar comida saludable.
  • Si tu pareja trabaja puedes tenerlo todo preparado para cuando llega a casa y tener una vida familiar más gratificante.
  • Puedes llevar los niños al cole, irlos a buscar para comer y recogerlos a la salida sin depender de terceras personas y sin pagar por ello.
  • Las actividades extraescolares dejan de tener una función de guardería hasta que llegas del trabajo y pasan a tener objetivos exclusivamente de formación y/o diversión del niño.

No entiendes al resto del mundo

Ese es el segundo efecto. Lo que antes veías normal ahora lo ves completamente fuera de lugar y cuesta asimilarlo. No en vano hace unos meses eras tú el que te comportabas así.

Las prisas

Las prisas son consecuencia de la rutina tóxica que nos imponen el trabajo y los horarios exigentesVes a todo el mundo corriendo. Sé que es una consecuencia directa de intentar encajar todas tus tareas en un horario exigente, pero sorprende mucho cuando lo ves desde fuera. Las prisas traen consigo de manera muy natural situaciones tensas. Y es que el hecho de estar enfocado a hacer algo en el menor tiempo posible hace que dejes en segundo plano cosas como:

  • Dejar pasar delante tuyo en el supermercado a una persona que sólo compra un paquete de pan de molde. ¿Cómo voy a dejarle pasar? Perderé un minuto y llegaré tarde. Pero cuando somos nosotros los que llevamos poca compra entonces nos molesta -y mucho- que no nos dejen pasar. Es más, la siguiente vez que seamos nosotros los que estemos delante nos sentiremos autorizados para no dejarle pasar porque la última vez no nos dejaron a nosotros. ¡Qué más da que fuese otra persona!
  • Aguantar la puerta para que pase alguien que va cargado en vez de hacer como que no lo has visto.
  • Dar las gracias y despedirte al salir de una tienda. Si yo fuera el dependiente me encantaría que me regalases un «hasta luego».
  • Saludar en un ascensor. Cuesta tan poco pero, como voy ensimismado pensando en todo lo que tengo que hacer y el poco tiempo que tengo, no me doy ni cuenta… Lo mejor es que si no nos saludan a nosotros nos enfadamos.

Son sólo unos ejemplos, pero ya se ve la idea. Dejas de lado actitudes que facilitan una buena relación entre personas y un ambiente positivo. No son cosas imprescindibles, ni mucho menos, pero hacerlas facilita muchísimo la convivencia y, de rebote, tu estado de ánimo. No es lo mismo intercambiar un «buenos días» acompañado de una sonrisa que compartir el espacio del ascensor sin cruzar palabra.


Relacionado con esto, una cosa que sigue fascinándome es la gente que intenta colarse. En la frutería, en el banco, en la administración… También me ha sorprendido escuchar comentarios despectivos hacia jubilados que van a hacer algún trámite pronto, simplemente porque tienen todo el día y deberían dejar las primeras horas para los que trabajan y van justos de tiempo. Es de traca.

Para mi todas estas situaciones no son más que una consecuencia del ritmo de vida que llevamos. Es algo que tenemos muy interiorizado y completamente incorporado a nuestra rutina. Nos parece normal enfadarnos cuando alguien se cuela o cuando no saluda si somos los afectados, pero cuando es nuestro turno no podemos renunciar a ese minutillo…

¿Sabes lo mejor? Que cuando el horario no es tan estricto todo esto deja de preocuparte porque el objetivo deja de ser acabar lo antes posible.

El individualismo

Es otro rasgo de la rutina tóxica de la que hablaba al principio del artículo. No tenemos tiempo para nada y nuestras relaciones sociales han empezado a ser más virtuales y menos físicas. Lo mejor de todo es que nos convencemos de que está bien. «Es una manera de mantener el contacto». ¡Ja!

Hace tres o cuatro años di de baja mi cuenta personal de Facebook. ¿Mis razones? Que en mi muro veía lo que hacía un montón de gente que hacía años que no veía.


El individualismo, fruto de nuestra rutina diaria y del trabajo, es uno de los grandes problemas de la sociedad actualPara mi el problema no es el Facebook, el Whatsapp o la aplicación de moda que utilices. Yo también tengo algunas, por supuesto. El problema es que sustituyan a la vida real, que creas una ilusión de que tienes el soporte de unos amigos o familia con los que no tratas realmente. Mantener la relación con los tuyos es muy importante para todo: para pasarlo bien, para explicar tus problemas y desconectar, para sentirte querido…

Mantener la relación es muy complicado con un horario laboral rígido y un montón de obligaciones familiares. Es la vida, solemos decir. Es complicado compaginarlo todo.

Y cuando vemos una manera de mantener esa relación de manera virtual y con poco esfuerzo, nos aferramos a ella y nos convencemos de que es equivalente al trato personal y físico. Así, en cualquier sitio (la sala de espera del médico, mientras esperas el tren, al desayunar en el bar) es muy fácil ver a la mayoría de gente completamente conectados a su móvil.

¿Sabes una de las primeras cosas que haces cuando tienes tiempo? Quedar con tus amigos y tu familia, simplemente para disfrutar de ellos.

El efecto manada

El efecto manada es fruto principalmente de que el trabajo fuerza que todo el mundo haga las cosas en las mismas franjas horariasNo sabía cómo denominar a esto y es difícil de explicar. Has salido de la rutina de la mayoría. Tus horarios ya no tienen nada que ver con los del resto y puedes adaptarlos a lo que más te conviene. Por ejemplo, cuando tengo que ir a un sitio en una fecha determinada aprovecho para quedar con amigos o hacer cualquier otra cosa en esa zona. Como el horario no es una restricción puedo permitírmelo.


Esto tiene dos consecuencias inmediatas.

  • Aprovechas mejor el tiempo.
  • No haces lo que hace la mayoría.

Parece mentira cómo tienes incorporado a tu rutina que todo hay que hacerlo como el resto de gente y al mismo tiempo que el resto de gente:

  • Ir a trabajar y volver.
  • Ir a comprar.
  • Ir a hacer gestiones.
  • Llevar los niños al cole e irlos a recoger.

Obviamente algunas de estas no se pueden escoger, pero otras simplemente se producen porque el trabajo marca la pauta. ¿Qué ocurre si el trabajo no estuviese presente? Que la mayoría de estas cosas, con la excepción destacada del cole de los niños, podrías resolverlas a la hora que quisieras.

Por eso, cuando tienes esa flexibilidad, no calculas bien y te encuentras en medio de una de estas aglomeraciones, te das cuenta de que no tiene sentido, de que es consecuencia de cómo está todo montado y de que, si no echamos freno a esta y flexibilizamos mucho los horarios, las rutinas de la mayoría cada vez serán más difíciles de sostener.

Conclusiones

La independencia financiera no debería ser un fin en sí mismo sino un medio para conseguir el tipo de vida que buscamos.


El trabajo en sí no es malo. Es más, si trabajas en algo que te guste eres muy afortunado, porque que te paguen por hacer algo que te gusta es realmente una gran suerte. Pero aún en ese caso es muy probable que condicione tu vida de manera importante.

Por eso es importante desconectar el piloto automático, ser franco con uno mismo y ver, en primer lugar, hasta qué punto la vida que vives es la quieres vivir y, en segundo lugar, si puedes hacer algo para cambiarlo.

No tiene por qué ser alcanzar la independencia financiera. El «todo o nada» puede ser demasiado limitador. Piensa qué puedes hacer para ser más feliz. Eso es lo realmente importante.

¡Que tengas buena caza!

Y si quieres saber más…

Si quieres una explicación general sobre por qué es importante la independencia financiera lee esta página. Si prefieres entrar en profundidad en algunas de las razones, ve a los artículos en los que analizamos las principales razones para buscar la independencia financiera en esta página.


 



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