La independencia financiera nos permite no estar expuestos a los cambios del sistema¡Hola, cazadividendos! Hoy os explicaré una experiencia que viví en primera persona y que me hizo darme cuenta de la importancia de la independencia financiera. Yo desarrollé toda mi carrera profesional en una empresa multinacional de esas que presumen de atraer y retener al mejor talento del mercado. Me encanta esa frase. Tiene el extraño poder de esas mentiras que gusta oír. Es imposible escucharla y no caer en la autocomplacencia y pensar que el mejor talento del mercado es uno mismo. De hecho, cada vez que la oigo tengo la sensación de ser la cobra delante del encantador de serpientes… ¿Porque explico todo esto? Porque si una empresa que lleva en su ADN el bienestar de sus empleados (y esta lo llevaba) puede traicionar la confianza que estos depositan en ella, cualquier empresa puede hacerlo.

El trato al empleado

Plan de pensiones, plan dental, comedor y/o tiquets de comida, paga variable en función de resultados, jornada reducida de seis horas durante los tres meses de verano, teletrabajo, etc… Mi empresa nos trataba muy bien, sin duda.

Uno de mis jefes explicaba que, cuando le contrataron hace unos veinticinco años, enviaban a todos los nuevos empleados a un training a Estados Unidos durante seis meses. En aquella época prácticamente no había competencia en el sector y sus precios eran incuestionables. Además, el sindicato era muy fuerte. No es que importase mucho, la verdad, porque la empresa realmente cuidaba a sus empleados sin necesidad de estímulos externos.

Eran otros tiempos.

Pues bien, mi empresa decidió que traspasaban mi departamento, unas quinientas personas, a una empresa del grupo para aprovechar sinergias (otra frase vendeburras) y ser más eficientes en este mercado. Bonito eufemismo para evitar decir «reducir costes».

El objetivo de la empresa


Las grandes instituciones del sistema manejan a los individuos según sus necesidades. La independencia financiera evitaría esa manipulación.El objetivo del cambio, como decimos, era reducir costes y aumentar la rentabilidad. Mi empresa era un mastodonte con departamentos para todo. Se hablaba incluso del concepto de cliente interno: muchos departamentos de la empresa tienen razón de ser sólo para dar servicio al resto de la empresa. Traspasando las personas y los proyectos a una empresa con menos estructura, más flexible y más ágil se reducía el coste de producción. Por poner un ejemplo, mi coste, lo que le costaba a mi empresa y que luego servía para calcular mi rentabilidad al restarlo de lo que pagaba el cliente por mi, era aproximadamente el triple del coste en la nueva empresa. Y yo era el mismo.

En aquel momento sabía si el cambio me iba a afectar para bien o para mal. En principio era un cambio transparente para el empleado, ya que se mantenían, por lo menos teóricamente, todas nuestras condiciones particulares (sueldo, categoría profesional, horario, vacaciones, etc…) y además íbamos a seguir trabajando en los mismos proyectos y para los mismos clientes.

Eso sí, a nivel de carrera profesional era una incógnita. Los empleados traspasados, en general, teníamos sueldos por encima de lo que marca la política salarial de la nueva empresa, pero también unos conocimientos (skills, como se dice en el sector) que los empleados de la nueva empresa no tenían.

Así que todo el mundo pensaba en tres escenarios diferentes:

  • Que todo continuase igual que antes del cambio.
  • Que la nueva empresa nos viese como una carga e intentaselibrarse de nosotros.
  • Que la nueva empresa valoren nuestros skills y  tengamos una progresión profesional rápida.

Las reacciones del empleado

Todo este preámbulo era para poner un ejemplo concreto y real, pero da igual: cualquier situación que haga tambalearse los pilares de nuestra economía familiar nos serviría para ver las tres reacciones posibles. Seguro que hay más, pero yo me fijé en mis compañeros y normalmente tuvieron una de estas tres. Perdonadme las licencias literarias (y el tono jocoso y un pelín choni en algún caso) que me tomaré al describirlas:

Reacción 1: me la bufa


¿Que me cambian de empresa? Me da igual. Yo seguiré a mi rollo, haciendo mis ocho horitas, implicándome lo justo y pidiendo mis aumentos de sueldo de vez en cuando. Todas las empresas son iguales. ¿Sabes lo que pienso del cambio de organización? Yo te lo digo: me la pela, me la repela y me la tripela…

Reacción 2: seguro que va bien

Soy el puto amo, un crack de las tecnologías de información, un fenómeno gestionando proyectos y equipos de personas. Si me iba bien antes me irá bien donde vaya. Los de la nueva empresa son una panda de mataos, así que voy a arrasar. Este cambio es el despegue de mi fulgurante carrera.

Reacción 3: me van a echar

Esto es el principio del fin. Aquí no despiden a nadie, la mala prensa es algo que no están dispuestos a aceptar, así que chutarnos a otra empresa y luego despedirnos es una manera muy limpia de librarse de nosotros. Y mientras tanto los directivos llenándose los bolsillos porque seguro que esta operación era parte de sus objetivos y se lo premiarán con pluses y ascensos.

 

La carencia de dinero hace aflorar los problemas. La independencia financiera evita que los problemas de verdad se magnifiquen.Los tres perfiles (el pasota, el sobrado y el pesimista), por muy bien que escenifiquen su papel en público, dejan entrever un nerviosismo por el cambio de situación.  La razón está clara: aunque en nuestra sociedad hablar de dinero esté mal visto, todos tenemos muy claro que cuando nos falta la cosa no irá bien. Mi abuela, por ejemplo, siempre dice que lo peor que le puede pasar a una pareja es no tener el dinero suficiente, porque eso hará aflorar el resto de problemas. Ella lo dice sin palabras como «aflorar» y utilizando un gallego profundo, pero con la fuerza que dan noventa y cuatro años de experiencia de la que vale. Algún día dedicaré un post a mi abuela. Sabiduría en estado puro.

¿Y cómo afecta la independencia financiera?


Pues básicamente da seguridad. Aunque no seas realmente independiente a nivel financiero, el hecho de estar en el camino, de tener ahorros o de tener activos que generan ingresos pasivos quita un poco de hierro al asunto. Cualquier persona que «compre» esta filosofía de vida y la ponga en práctica jugará con tres herramientas que ayudarán a mantener la calma:

El estilo de vida

En una situación como la descrita, el hecho de ser bastante austeros, no necesitar mucho dinero para vivir, no tener hipotecas o créditos personales y no ser presa de las obligaciones sociales elimina mucha tensión. Y no se trata de vivir miserablemente, no. Se trata de consumir razonablemente para ser feliz y proteger tu futuro.

Ese fue nuestro caso. Además, si la cosa se hubiese puesto muy negra, otra opción que tenemos siempre en mente es cambiar de residencia a un sitio más barato. No es lo mismo vivir en Barcelona o Madrid que en un aldea perdida de Lugo o en un pueblo obrero de Murcia. Cambiar nuestro lugar de residencia a una de las viviendas familiares en estos lugares y alquilar nuestro piso de Barcelona solucionaría la mayoría de problemas. Ya hemos comentado otras veces que un cambio de residencia acercaría varios años la independencia financiera y que es muy probable que acabemos llevándolo a la práctica, aunque falta saber cuando.

Los planes B

La segunda herramienta son los planes B, que considero imprescindibles hoy en día. Siempre hay que tener un plan B. No se puede apostar todo al veintitrés rojo, porque igual sale el doce negro. Jugártelo todo a un trabajo para toda la vida o a una pensión del Estado es poco inteligente.

Yo tengo dos planes B. El primero es la enseñanza, un campo que me apasiona y al que me encantaría poderme dedicar algún día. Supongo que el blog cubre en parte mis inquietudes docentes pero, si tuviese problemas en mi trabajo actual y me despidieran, no creo que volviese a trabajar en el mismo sector e intentaría trabajar en la enseñanza. Puede ser en un instituto, en una academia, dando clases particulares a niños o impartiendo formación en el campo de las tecnologías de la información, que es mi campo actual.


La independencia financiera tiene que estar sustentadas en muchos pilares, no sólo en el económicoHace unos años estudié el máster para dar clases en secundaria y obtuve el nivel C de catalán, imprescindible para dar clases en Cataluña. Mi otro plan B es el blog. Ahora no tengo casi tiempo, y el poco tiempo que tengo lo dedico a escribir los dos artículos semanales y a mejorar poco a poco la infraestructura del blog. Estas mejoras no son visibles, pero son imprescindibles para crear una base sobre la que hacer crecer el blog en el futuro. ¿Por qué hago esto? Porque si me quedase sin trabajo seguro que aumentaría mi dedicación al blog, posiblemente intentaría monetizarlo de verdad y no quiero encontrarme limitado si llega ese momento. Mis dos planes B, la enseñanza y el blog, son alternativas reales para conseguir ingresos si mi trabajo e incluso si mi pensión me fallan. Hoy en día me parece imprescindible dedicar tiempo a construir estas alternativas.

Cada uno tiene que buscar estas alternativas: puede ser explotar una afición, especializarse en algún campo que nos guste o buscarse un segundo trabajo que no nos implique mucho tiempo pero que po damos potenciar si es necesario. Hay gente que cría tortugas, gente que vende la Thermomix, gente que monetiza un blog, etc… . Vivimos en un mundo que cambia a velocidades de vértigo. No sabemos qué pasará mañana y si podremos ganarnos la vida con nuestra profesión actual. Fenómenos como el offshoring o la automatización de procesos pueden hacer que una profesión deje de tener sentido. La progresiva precarización de las condiciones laborales en España pueden hacer que las empresas despidan a los profesionales caros para sustituirlos por otros más baratos. En esas circunstancias, tener alternativas para ganar dinero sería de mucha utilidad y, si además conseguimos que esas alternativas sea aficiones (el blog) o pasiones (la enseñanza), mejor que mejor…

Dividendos

Yo digo «dividendos» porque es la estrategia que he escogido, pero cada uno puede utilizar la que le parezca más adecuada para su situación y/o carácter.

En nuestro caso, aunque cuando todo esto ocurrió aún estábamos muy lejos de la independencia financiera, lo cierto es que estos ingresos nos dieron mucha tranquilidad. Muchísima, diría yo. Además, la Sra. Cazadividendos trabajaba. Trabajaba y trabaja.

«Qué afortunada es, la mía no trabaja», me dijo un compañero el otro día, y yo me callé. Licenciada en químicas, con un master de industria farmacéutica y un postgrado en registros farmacéuticos. Y todo esto mientras trabajaba, porque la carrera se la pagó ella. Más que suerte creo que es espíritu de superación, esfuerzo y tener las ideas muy claras. Cuando acabó la carrera, y ya con un buen trabajo, se embarcó en el master y el postgrado para cambiar de sector, y renunció a un sueldo muy bien pagado para empezar de cero en el sector nuevo. Y mientras, yo sólo estudiaba… Sí, supongo que tiene suerte.

Conclusiones


La independencia financiera es una carrera de fondo que hay que correr pensando en completar fases, no sólo pensando en el objetivo finalPara mi estas tres herramientas sustentan mi independencia financiera: tener un estilo de vida austero, construir alternativas reales a mi trabajo actual e ingresar mensualmente y de manera pasiva una parte de mis necesidades financieras actuales. Es decir, hacerme lo más impermeable posible a las condiciones exteriores. Llevado al límite, esa independencia financiera se puede conseguir simplemente alcanzando un importe de ingresos pasivos suficiente para no tener que jugar según las reglas del sistema. Pero no hay que obsesionarse con la independencia financiera absoluta. Lo más importante es que cada pasito que demos nos haga un poquito más independientes.

¿Y cómo afecta todo esto en la práctica?

Si me comparo con mis compañeros, el cambio me afectaba exactamente igual. A ellos les molestaba que les llevasen a trabajar a un sitio peor comunicado. A mi también.  Ellos estaban preocupados por la posible reducción de salario y por su carrera profesional. Yo también.

Pero yo estaba mejor posicionado que muchos de mis compañeros para afrontar una situación como esta. La razón: la educación financiera. Sin hipoteca, con unos ingresos pasivos pequeños pero que ayudan y un nivel de vida contenido. Soy lo que se suele decir un tío austero. Y la Sra. Cazadividendos es igual que yo o peor. Esta semana se llevó una alegría enorme porque se gastó sólo 15 € en una batería para el móvil, porque no le funcionaba bien pero no quería comprarse uno nuevo. Mira que le insistí en que se lo cambiase (es uno de sus lujos razonables y lo usa mucho) pero no quiso…. Que conste que eso no significa que no tenga sus pequeños caprichos, como la Thermomix 🙂

Finalmente, y derivada de la anterior, que puedo escoger. Si la situación que me venden no me gusta, puedo simplemente irme. Renunciaré a sueldo, pero ajustando gastos podría subsistir bastante tiempo. Eso sin contar con el sueldo de la Sra. Cazadividendos, que seguirá ahí si no pasa nada raro. De hecho, si esto me pasase dentro de unos años, con la cartera formada y una renta por dividendos suficiente, sería el último empujoncito para dejar de trabajar.


lobo_atacando1Para mí, lo más importante de la independencia financiera es que eres el dueño de tu vida y que puedes escoger decir que no. Es saber que tú tienes la sartén por el mango. Aún recuerdo hace unos años cuando me «invitaron» a participar en un proyecto en otra ciudad y contesté que si me enviaban dejaría la empresa. Mi jefe no lo entendía e intentó convencerme en varias reuniones, con argumentos como que mi carrera profesional se truncaría e incluso llegando a utilizar violencia verbal. Pero no le sirvió de nada: en aquel momento no estaba casado, no tenía responsabilidades y podía permitirme el lujo de decir que no.

Mi jefe no entendía la situación: ¿cómo podía decir que no y no importarme las consecuencias? Cuando finalmente encontraron a otro que sí aceptó volví a hablar con mi jefe y le dije: «Ya sé que no me creías, pero si me hubierais forzado a ir a ese proyecto, me hubiera ido de la empresa». Y creo que en ese momento sí me creyó. Por cierto, que ocho años después continua siendo mi jefe…

¿Qué significa para ti la independencia financiera? ¿Te has encontrado en alguna situación similar?

¡Qué tengáis buena caza!

Y si quieres saber más…

Si quieres una explicación general sobre por qué es importante la independencia financiera lee esta página. Si prefieres entrar en profundidad en algunas de las razones, ve a los artículos en los que analizamos las principales razones para buscar la independencia financiera en esta página.



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