La planificación de la independencia financiera no suele tener en cuenta el fallecimiento, cuando debería ser parte de la planificación¡Hola, cazadividendos! Hace unas semanas una persona próxima falleció de forma inesperada. No era familia directa ni nada de eso, pero le apreciaba mucho y fue un golpe emocional bastante fuerte para mi entorno por varios motivos. Por un lado era un hombre joven (65 años), fuerte, que gozaba de buena salud y que vio como en apenas dos meses un cáncer le ganó la batalla. Este hecho se agravaba porque su mujer también murió hace años por la misma enfermedad. Para sus hijos, aún jovencitos, el palo fue doble, porque rememoraron momentos muy duros que posiblemente aún no habían conseguido dejar atrás. La vida es injusta, una p*ta lotería, al que le toca le toca, y da igual que seas muy buena persona o un indeseable. No importa. El «a mi no me tocará» es de una ingenuidad superlativa. En mi caso, me recordó demasiado a mi padre, que también murió recién jubilado, justo cuando estaba empezando a disfrutar de los frutos de una vida de duro trabajo.

Supongo que todo el mundo tiene sus historias personales y estas situaciones las remueven con fuerza. A mi particularmente me hacen pensar mucho. En este caso, no sé por qué, me hizo pensar en la independencia financiera y en si no estaré hipotecando un tiempo precioso por un objetivo incierto. Pensar mucho es muy peligroso… Vaya por delante que no quiero que este artículo se convierta es una especie de duelo colectivo, no es el objetivo. Todos hemos pasado por malos tragos de este estilo y, como digo, tampoco me tocaba muy de cerca. Pero tampoco quería dejar pasar la oportunidad de reflexionar sobre este tema. Muchas veces nos obcecamos con un objetivo concreto y no vemos nada más, y de vez en cuando es bueno dar un pasito atrás para mirar las cosas con perspectiva. Eso es lo que intentaremos hacer hoy.

La independencia financiera cuesta

Renunciar a los placeres necesarios es una mala decisión para alcanzar la independencia financiera Esta claro que es un objetivo que requiere un esfuerzo grande: destinar una parte importante de lo que ganas al ahorro, hacer un consumo responsable, formarse y escoger buenas inversiones cuando podríamos dejarnos llevar por la filosofía de vida que vemos a nuestro alrededor tiene mucho mérito. A todos nos gustaría tener un cochazo, disfrutar cada año de unas vacaciones al otro lado del mundo o tener toda la gama de dispositivo de Apple. Pero decidimos que renunciamos a parte de ellas para hacer cada vez más grande la bola de nieve y diferimos el disfrute de parte del dinero que ganamos a dentro de veinte años. Nos convencemos a nosotros mismos insistiendo en que no lo necesitamos y, si somos estrictos, es verdad: no lo necesitamos.

Pero ¿quién niega que disfrutas más de la vida conduciendo un buen coche, yéndote de vacaciones a la Polinesia o navegando con un iPad? Vaaaale, seguro que alguien me lo negará, pero también estoy seguro de que ese alguien estará renunciando a placeres (sus placeres, los que sean) por construir su futura independencia financiera. Podría consumir comida de más calidad, llevar ropa mejor, ir a que le hagan masajes, destinar más dinero a sus aficiones, etc… Ahorrar en el fondo es aplazar lo que podemos obtener con dinero a un momento futuro.

Las cuatro reacciones típicas

Además, y para mi este punto es el importante, ese esfuerzo no es un esfuerzo puntual sino que, en la mayoría de casos, tendrá que ser sostenido durante muchos años. Y ahí es donde surgen las dudas. Y esas dudas se acrecientan cuando vivimos situaciones como la que os explicaba al principio del artículo. Normalmente, cuando ves que alguien muere, tiene un accidente grave o le ocurre alguna situación traumática, solemos replantearnos si estamos haciendo lo correcto o si estamos perdiendo el tiempo. Y las respuestas normales suelen ser las siguientes.

Sigo, yo soy especial y no me pasará nada


Esa es la primera opción. Lo que le ha pasado a esta persona a mi no me va a pasar. ¿Por qué? Porque soy especial. Soy el centro del universo y estoy protegido por todas las fuerzas cósmicas. Soy el elegido. Por esa misma razón cruzo aunque el semáforo esté en rojo, voy a la playa a las 12 del mediodía sin protector solar o me meto en una hipoteca al límite porque es imposible que pierda mi trabajo. Y como no me puede pasar, no hago nada al respecto, ni siquiera valorarlo. Ahorraré e invertiré los próximos veinte años, me jubilaré y viviré felizmente 30 años más. Por eso seguiré a piñón con mi estrategia sin ni siquiera pensar que igual sacrifico demasiado mi bienestar presente por mi felicidad futura. No haré nada por adelantar la independencia financiera. Si mi plan es el mejor, y eso ya lo decidí hace tiempo, ¿para qué voy a perder el tiempo poniéndolo en duda?

Al margen del tonillo irónico, creo que todos tenemos ese extraño convencimiento de que somos especiales y estamos protegidos por naturaleza de los problemas que los demás sufren, pero hechos como este deberían hacernos como mínmo un poco más conscientes de nuestra fragilidad, haceros reflexionar sobre nuestra estrategia de inversión (o de vida) y ser críticos con ella para ver sus puntos flacos.

Lo dejo, no vale la pena

Tanto esfuerzo pá ná. Nadie está a salvo de accidentes o enfermedades. Imagínate toda la vida renunciando a los placeres de la vida para ahorrar y que al final te pase algo y nunca llegues a disfrutar de tu esfuerzo. Para eso me lo fundo ahora y no me arriesgo, que la vida son cuatro días y no quiero ser el más rico del cementerio…

O dicho de otra manera, primero me conciencio de que el mejor camino es actuar de manera diferente a la masa y en el primer momento de duda lo dejo y me dejo llevar por la marea humana. ¿No decías que la felicidad no está en el consumo? ¿Y por qué ahora vuelves al consumo por si acaso? Me da que no te lo creías mucho si a la primera ocasión te dejas llevar.

Sigo, tampoco cuesta tanto

Si he optado por esta filosofía de vida, esta es la respuesta más natural. Ya he cogido la dinámica, el consumo responsable tampoco afecta tanto a mi calidad de vida y la inversión me gusta. ¿Por qué no seguir? Ponte en el peor caso y que a mi me pase lo mismo. ¿Cambia eso algo? El objetivo era mejorar el futuro de mi familia y seguro que quedarán mucho más protegidos que si me lo hubiera gastado todo.


En la vida hay muchos imprevistos y algunos pueden ser tan graves como que te cambien tu estilo de vida, pero no puedes vivir con miedo pensando que te vayan a pasar a ti. Y menos aún, no tiene sentido que ese miedo condicione tus decisiones.

Sigo y acelero

Hasta ahora hemos visto las tres reacciones típicas. La primera es seguir palante sin pararse ni un momento a reflexionar sobre lo que estamos haciendo. Después de todo, a mi no me va a pasar… La segunda es decidir que el esfuerzo no compensa y dar un pasito patrás. La vida son cuatro días y no quiero malgastarlos ahorrando para el futuro en vez de disfrutar ahora. La tercera es seguir en la estrategia porque realmente es válida y no hipoteco mi bienestar presente. Y la cuarta, la que veremos ahora, es intentar acelerar la independencia financiera.

Esta última es por la que yo he optado. Me diréis: «¿Y cómo se hace eso?».

Acelerar la independencia financiera es la mejor cura contra los imprevistos de la vidaPues no lo sé, pero tengo muy claras dos ideas. La primera es que «independencia financiera» para mi no significa no trabajar, sino tener la capacidad de tomar decisiones sin depender de un trabajo. La segunda es que poder tomar decisiones depende fundamentalmente de tener más de una opción. La última vez que me encontré en una situación parecida, decidí dar un paso al frente y apuntarme al master de formación del profesorado de secundaria. Ahora este master es uno de los posibles pilares en los que podría fundamentar un adelanto de mi independencia financiera, lo que podríamos llamar un plan B. Si decidiese dejar mi trabajo actual, sé que soy empleable en mi sector pero también en la enseñanza.

Ahora he decidido profundizar en mi conocimiento sobre los blogs y ya me he apuntado a un curso sobre posicionamiento web. Me encantaría que el blog fuese el otro plan B, y eso se consigue invirtiendo tiempo, dinero, formación, etc… Y en esas estamos…

Pero entonces… ¿vale la pena?


Sabremo si haber luchado por la independencia financiera habrá sido o no una buena decisión a toro pasadoPues no lo sé o, mejor dicho, no lo sabemos. Este tipo de cosas se ven a toro pasado. Si tuviéramos la certeza de que todo irá bien, no tendremos imprevistos importantes, alcanzaremos la independencia financiera relativamente jóvenes y viviremos sin problemas de salud hasta una edad avanzada, no habría ninguna duda. Pero esa certeza no la tenemos. Y apostar todo al veintitrés rojo es tener mucha fe en el futuro, pero sin ninguna seguridad en que vaya a salir. Podría salir el doce negro y tampoco sería una sorpresa mayúscula, ¿no? Seguro que más de uno está pensando: «Este se nos echa para atrás». No, no es eso. Estoy completamente convencido de lo que estoy haciendo y no voy a cejar en mi empeño por alcanzar la independencia financiera, pero no todo el mundo tiene por qué compartir esta convicción.

Los que no se dejan llevar por el consumismo tienen más asequible la independencia financieraDependerá de muchos factores que ya hemos comentado en otras ocasiones pero, para mi, el más importante es la actitud ante el consumo. Todos sabemos que nuestra estrategia se basa en ahorrar una cantidad mensual que nunca necesitaremos para invertirla. Es decir, se basa en ahorrar más allá del fondo de emergencia que toda familia debería tener. Yo en este aspecto tengo la suerte de que mis gustos son austeros y no necesito grandes lujos para ser feliz. Y tengo la suerte también de que la Sra. Cazadividendos piensa igual. Eso se traduce en que el ahorro es algo que viene naturalmente y no condiciona nuestro estilo de vida.

Hoy, por ejemplo, me comentaba, mientras desayunábamos en la panadería (uno de nuestros placeres irrenunciables), que su móvil no le deja actualizar el Whatsapp ni instalar el Dropbox. Yo le he intentado convencer de que se compre un iPhone, y se lo decía en serio, porque ella usa el móvil mucho y creo que sería una inversión con un retorno alto, pero no ha habido manera de convencerla. «Con mi móvil de 80 € tengo lo que necesito. Además, sólo tiene cuatro o cinco años», me ha contestado. «Prefiero un bolso», ha concluido apocalíptica 🙂

La actitud ante el consumo afecta, pero el importe ahorrado dependerá del salario y de los gastos, y estos dependerán de si tienes hijos, de si trabajas fuera de tu ciudad, de la calefacción, etc… Hay que ser realistas y ver hasta donde se puede llegar. Valorar nuestra capacidad de ahorro real y decidir si la renta pasiva que obtendremos compensa los esfuerzos económicos para conseguir ese ahorro.

Y luego está el esfuerzo intelectual y la dedicación en tiempo. Que parece que porque no se traduce en dinero es menos importante, pero no lo es, en absoluto. Imaginemos una dedicación de 5 horas semanales, que me parece una dedicación baja para la mayoría de gente que invierte en bolsa. Sólo anotar las operaciones, revisar los cobros, leer blogs y páginas de empresas, y pensar las nuevas compras creo que sería más. Esas 5 horas son  20 horas al mes, 240 horas al año o 4800 horas después de 20 años. Si dormimos unas 8 horas al día, eso nos deja 16 horas de actividad al día. Por lo tanto, esas 4800 horas son ¡¡¡ 300 días !!! Es decir, perderemos casi un año de los próximos veinte en invertir.


En este punto habrá gente que decidirá que el esfuerzo les compensa realmente, o porque el esfuerzo no es tal (la bolsa es un hobby y ahorrar no les cuesta), o porque tienen hijos y si no lo disfrutan ellos lo disfrutarán los hijos, o porque tienen la independencia financiera a tiro de piedra y la recompensa merece un par de años más de esfuerzo.

Conclusión

Supongo que cada persona es un mundo y reacciona de manera diferente frente a los mismos hechos. En mi caso, ver que la vida es tan frágil me empuja a buscar con más ímpetu el objetivo de la independencia financiera. Pero no estoy dispuesto a empeorar ni un poco mi calidad de vida y la de los míos, así que la única manera de acercarla es escoger mejor mis inversiones y sacarles más rentabilidad (cosa nada trivial) o apuntalar la independencia financiera con planes B que me permitan ser más osado a la hora de dar el salto y, por lo tanto, poderlo dar antes.

Releyendo el artículo, y a pesar de haberlo revisado varias veces, creo que tiene un toque pesimista que no he sabido eliminar. La idea no es dudar ni de la estrategia ni del objetivo sino reflexionar sobre cómo lo alcanzaremos. En mi opinión, como ya he comentado otras veces, además de las rentas del ahorro, deberíamos buscarnos otros pilares para apuntalar la independencia financiera. Algunos tienen un pilar en forma de rentas inmobiliarias. Otros piensan en un cambio de residencia para mejorar su fiscalidad o nivel de gastos para tener más margen de seguridad. En mi caso pienso en tener planes B, como la enseñanaza o el blog, para conseguir ingresos extra en caso de necesidad.

Llega el momento de la comunidad. ¿Cómo te planteas el camino hacia la independencia financiera? ¿Te da la impresión de que estáis difiriendo el disfrute o es simplemente una forma de ahorro que no impacta substancialmente en vuestro nivel de vida? ¿La independencia financiera es una obsesión? ¿Te preocupan los imprevistos de la vida y que no se cumplan tus planes completamente?

¡Que tengas buena caza!

Y si quieres saber más…


Si quieres una explicación general sobre el camino hacia la independencia financiera lee esta página. Si prefieres entrar en profundidad, aquí tienes las diferentes etapas del camino.



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