El cambio de vida es la razón de buscar la libertad financiera¡Hola, cazadividendos! El camino de la independencia financiera no es sencillo. Nada sencillo. Requiere esfuerzo, constancia y fortaleza psicológica. Pero pocas veces hemos hablado del momento culminante en que estamos en condiciones de decidir y no lo hacemos. Por inseguridad, por la presión de nuestro entorno o simplemente porque el margen de seguridad nunca nos parece suficiente. Y eso que la decisión significaría un cambio de vida a mejor.

Es más, si lo que se ansia es un cambio de vida, en ningún sitio está escrito que deba ser escoger entre todo o nada, entre trabajar o no trabajar, entre levantarse a las seis o a las diez, entre ganar dinero para vivir o que el dinero trabaje para que tu vivas, entre aguantar al jefe o estar en la playa mirando las olas. La libertad financiera tiene toda la carga semántica en «libertad». Libertad para tomar decisiones. Libertad para vivir mejor. Libertad para atreverse. Porque atreverse es difícil, muy difícil, pero atreverse con red es muuucho más sencillo. ¿Te atreves a un cambio de vida?

Este artículo es una actualización de un artículo antiguo, completado con muchas cosas que hemos aprendido desde que lo publicamos hace más de un año. Creo que es muy interesante hacer una reflexión sobre todas las posibilidades que nos da la independencia financiera o, si ampliamos el concepto, el tener una mayor autonomía financiera. En el último artículo antes del verano os comentaba que tenía que pensar muchas cosas en el período vacacional y que estaba pensando en un cambio de vida. Hoy hablaremos de todas las variantes a tener en cuenta antes de tomar la decisión y, al final del artículo, os explicaré en qué estoy pensando. ¡Empecemos!

La independencia financiera, una utopía.

Una de las críticas más repetidas por los escépticos es que la independencia financiera es una utopía. Y es cierto que en función de la situación personal de cada persona puede serlo. Pero no menos cierto es que todos los que estamos en este camino iremos incrementando nuestros ingresos pasivos, unos más rápido y otros menos, hasta conseguir unos la independencia financiera y otros un buen complemento para el salario o la pensión. ¿O a alguien le amargarán 200 euretes extras cada mes?

Eso es lo que decimos siempre: o nos jubilamos antes de los 65 o por lo menos complementaré la pensión. Hoy hablamos de otros usos de la libertad financiera que pocas veces consideramos: utilizar los ingresos pasivos para sustituir una parte del salario actual. O dicho de otro modo, dedicar menos tiempo a nuestra fuente de ingresos principal gracias a que tenemos una parte de los gastos cubierta por los ingresos pasivos.

Cambio de vida para vivir mejor


Por supuesto. Ya sé que es una perogrullada pero hay que recordarlo. Todo este lío es para vivir mejor. ¿Y por qué tenemos que esperar a cubrir todos nuestros gastos para cambiar nuestra vida? Hay muchas opciones interesantes que vale la pena, como mínimo, tener en mente. No todas son aptas para todo el mundo, porque tienen consecuencias que no todo el mundo está dispuesto a aceptar. Son estas:

Reducción de jornada laboral

Cambio de vida utilizando una reducción de jornadaEsta es posiblemente la manera más sencilla. Podemos solicitar una reducción de jornada para cuidar a hijos menores de 12 años o a familiares de hasta segundo grado de consanguineidad de entre 1/8 de jornada y media jornada. El sueldo y la cotización, por supuesto, se reduce en la misma proporción, pero si las prestación de desempleo y la indemnización por despido se calculan como si no hubiese reducción de jornada. El resto de prestaciones, como la pensión o la prestación por invalides sí se calculan tomando como base la jornada reducida, pero en los primeros dos años se calculan tomando como base la jornada completa.

Por supuesto, también podemos pactar una reducción de jornada sin que haya una de estas dos causas, pero en este caso tendremos que ponernos de acuerdo con la empresa. Reducir la jornada suele ir acompañado de compactarla, con lo cual suelen eliminar las ayudas para comida (tiquets restaurante, por ejemplo) o las dietas. También dejan de tener sentido las horas extras o las guardias.

Permiso sin sueldo

Cambio de vida utilizando el permiso sin sueldoNo hay nada al respecto en el Estatuto de los Trabajadores, pero algunos convenios (como el de Empresas Consultoras, al que pertenezco) contemplan un permiso sin sueldo por un máximo de un mes cada año. Tengo un compañero que lo aprovecha religiosamente, con lo cual tiene un mes de vacaciones adicional cada año. Este tema es un ejemplo de los prejuicios que tenemos para pedirles cosas a las empresas. Mi compañero me comentaba que los empleados suelen verlo como una especie de abuso hacia la empresa y que esta acabará teniendo represalias hacia ellos, cuando es realmente al contrario. Bien planteado, incluso le haces un favor a la empresa. Por ejemplo, a muchas empresas les interesaría reducir plantilla en verano y si no lo hacen es porque en septiembre les costaría encontrar un profesional igual de cualificado y además tendrían que formarlo. Si les ofreces no cobrar durante un mes y no trabajar, en el fondo les estás ayudando a cuadrar números.

Excedencia

De manera parecida a las reducciones de jornada, se pueden pedir para cuidar a niños menores de tres años o a familiares dependientes. En ese caso sigues acumulando antigüedad en la empresa y tienes el derecho a volver al mismo puesto de trabajo (si existe) durante el primer año. En principio no se podrá trabajar en otra cosa ya que la razón de pedir la excedencia es disponer de tiempo para cuidar a tus familiares, aunque dependiendo del trabajo (si son pocas horas, en un horario especial, etc..) es posible que te lo permitan.


También se pueden pedir excedencias voluntarias, sin necesidad de explicar el motivo, a partir de llegar al año de antigüedad en la empresa. En este caso no se acumula antigüedad en la empresa y, si bien la empresa está obligada a readmitirte, no tiene por qué hacerlo en el mismo puesto. En esta modalidad puedes trabajar en lo que quieras, porque la relación con la empresa está rota. Es más, si te despiden tendrías derecho a la prestación de desempleo.

Cambiar de puesto en tu empresa

Si trabajas en una empresa suficientemente grande, con varios departamentos que se dedican a cosas diferentes, igual hay alguna puesto que te gustaría ocupar. Igual eres informático pero quieres trabajar en Recursos Humanos. O eres transportista pero quieres trabajar en Administración. O igual eres recepcionista pero quieres trabajar en el Departamento de Calidad.El problema de cambiar a otro puesto para el que no estás inicialmente capacitado es que pondrán en duda tu sueldo. No es lo mismo pagar un sueldo por hacer un trabajo para el que tienes mucha experiencia, que cobrar ese mismo sueldo siendo un novato. Además, es posible que pierdas dinero por el hecho de cambiar de departamento. Igual hacías guardias o cobrabas un plus por trabajar a turnos o por la noche.

Pero lo peor es que en cualquiera de estos casos tendrás que esforzarte y no todo el mundo está dispuesto. Cualquier cambio de este estilo requerirá que tu empresa lo sepa (la empresa no es adivina), que valores si es viable y que sepas cuales son los requisitos para que te permitan hacer el cambio. Si eres informático y quieres trabajar en Recursos Humanos igual te pedirán que hagas un curso de nóminas y uno de selección de personal.

El beneficio, por supuesto será que conseguirás un trabajo en el que te sentirás mejor. Por lo menos esa es la idea. Por eso es buena idea intentar saber qué harás exactamente y valorar si el cambio vale la pena o no. Dedicar mucho tiempo a capacitarte y acabar en un trabajo que no te compense este esfuerzo puede ser muy frustante.

Cambiar de trabajo

Muchas veces estamos cegados por creencias que nos limitan y este es un ejemplo. No me voy porque quiero que me despidan. Conozco muchas personas que llevan mucho tiempo en su trabajo y quieren irse, pero su empresa no quiere que se vayan. La razón suele ser una de estas dos o hacen bien su trabajo y la empresa no quiere prescindir de sus servicios o el coste del despido es demasiado alto y la empresa no lo quiere asumir. En esta situación, no cambiar esperando que en algún momento nos despidan no tiene mucho sentido.


Por supuesto se puede forzar que te despidan, pero para eso hay que valer. Sin entrar en juicios morales, cambiar tu manera de trabajar, pasar de ser proactivo a reactivo, dejar de realizar correctamente tus funciones y ser muy rígido en cosas en las que antes eras muy flexible, además de crear problemas con tu empresa, crea problemas con tus compañeros. Y si esa situación se prolonga, puede convertirse en algo muy desagradable.

Si no quieres continuar en tu trabajo pero no eres capaz de hacer esto -yo particularmente sería incapaz- lo mejor es aceptarlo y pensar fríamente qué es mejor para ti: ¿buscar un trabajo que realmente te guste y cuando lo encuentres irte perdiendo tu finiquito? ¿O aguantar en ese trabajo hasta que pase algo, como que te despidan o que tu trabajo cambie por arte de magia a algo que te guste más?

Dejar el trabajo

Y por supuesto, se puede dejar el trabajo sin tener otro trabajo pero, si aún no hemos alcanzado la libertad financiera, para que sea viable tendremos que buscar ocupaciones para ganar dinero, fuentes de ingresos alternativas o actuar fuertemente sobre nuestros gastos. Volveremos sobre esta opción más adelante.

¿Cuando plantearse un cambio de vida?

La idea es dar el salto cuando los ingresos superan a los gastos, cosa que lo convierte en un salto con red, pero lo cierto es que hay muchas situaciones que te pueden forzar a poner en duda esta premisa. Puede ser el nacimiento de un hijo y que quieras dedicarle más tiempo del que tu trabajo te permite. Puede ser alguna enfermedad tuya o de algún familiar directo que no sea compatible con tus horarios laborales. Puede ser que la muerte de algún ser querido te haga querer disfrutar de la vida ya y no esperar a un tiempo futuro que no sabes si acabará llegando.

Puede ser, en definitiva, cualquier cosa que te cambie el chip. Tú tenías un plan muy bien trazado y pasa algo que te hace decidir que no quieres esperar tanto. El problema, el de siempre: el dinero.

¿Qué papel juega la libertad financiera?


Si el punto de ruptura era dentro de diez años (por poner un ejemplo) y hacemos el cambio de vida ahora, no tendremos suficientes ingresos para mantener nuestro nivel de gastos. Por eso, el primer paso en este plan B es valorar qué parte del camino hemos recorrido ya. Es decir, el nivel de libertad financiera actual (los ingresos pasivos que cobras) marcará hasta donde podremos llegar. Imaginemos que somos una familia sin deudas y vivimos actualmente con 2000 € de ingresos del trabajo:

  • Con 2.000 € de ingresos pasivos podríamos dejar de trabajar completamente.
  • Con 1.600 € podríamos dar clases a niños un par de horas diarias para obtener los 400 € que nos faltan. O hacer de canguro para nuestros vecinos. O podríamoss cuidar de nuestro hijo (en caso de tenerlo) y no enviarlo a la guardería. Sí, esa guardería que casualmente cuesta esos 400 €.
  • Con 1.000 € podríamos buscar un trabajo a tiempo parcial o monetizar alguna afición.
  • Con 500 € podríamos vender nuestro piso, invertir el dinero en acciones e irnos a vivir a un sitio más barato con los dividendos.
  • Y en cualquiera de estos casos, seguro que podrías reducir tus gastos para hacer cuadrar mejor los números. Los seguros, suministros, tarifas de móvil o ADSL siempre se pueden mejorar

Obviamente, esto sólo es correcto si nuestros gastos no cambian. Luego veremos que el hecho de no trabajar cambia significativamente nuestros gastos, así que habrá que pensarlo más.

En cualquier caso, cuanto más ingresos adicionales necesitemos para dar el salto, más drástico será el cambio y más importante el papel de la familia. Por ejemplo, si la única fuente de ingresos en casa eres tú, dejar tu trabajo es una decisión muy difícil, incluso aunque sobre el papel salgan los números. En cambio, si tu pareja trabaja la decisión es más fácil.

Opciones. Opciones. Opciones…

Muchos dirán: ¿por qué plantearse salirse del plan y adelantar el cambio de vida? Todo el mundo trabaja y lo compatibiliza con su vida… ¿Por qué tú no?


Y yo pregunto: ¿por qué todos tenemos que hacer lo mismo? ¿Quién ha dicho que tenemos vivir nuestra vida de una determinada manera? O dicho de otra manera, si alguien tiene alguna motivación que le empuja a vivir de otra manera y puede permitírselo ¿por qué no va  hacerlo?

¿Cómo ganar dinero?

El cambio de vida puede empezar por un cambio de domiclioTodo eso está muy bien pero, después de revisar nuestro nivel de libertad financiera actual, lo más probable es que nos siga faltando dinero. Podríamos optar por alguna decisión traumática, como mudarnos a otro lugar más barato, pero ya vimos en este artículo sobre el cambio de domicilio que no es tan sencillo como parece desde fuera. La cercanía de la familia, el bienestar de nuestros hijos, la seguridad de tener un piso en propiedad o el miedo a cambiar demasiadas cosas de golpe serán factores que nos infundirán muchas dudas y seguramente nos mantendrán en nuestra zona de comfort.

Conozco una persona, apasionada de la ecologismo y el autoconsumo, que lo hizo y lleva más de cuatro años en un pueblo perdido de Lleida, viviendo del alquiler de su piso en Barcelona, de lo que produce en su huerto y de lo que gana con algunas ocupaciones esporádicas. Pudo hacerlo porque no tiene familia y no le importa vivir al margen de las convenciones sociales, pero muchos no estaríamos dispuesto a algo así. Los que no se atrevan y no tengan suficientes ingresos pasivos para cambiar de vida ya, pueden hacer dos cosas: conseguir el dinero o reducir los gastos.

Conseguir dinero

Ganar más dinero es la primera solución para equilibrar gastos e ingresos. A continuación presentamos tres maneras de conseguir ese dinero sin tener un trabajo estándar.

Trabajar cuando me falte dinero

Es una opción no apta para todo el mundo. Hace unos años conocí a una persona que trabajaba el mínimo tiempo posible que le permitía vivir (o sobrevivir) el resto del año. Su familia tenía un quiosco en un pueblo que creció con el turismo. Su estrategia era trabajar los meses en que había turistas y ganar el dinero suficiente para viajar el resto del año. Su filosofía se basaba en un control férreo de los gastos y cada año trabajaba menos meses. Sus viajes eran en plan mochilero y, cuando le decías que si trabajaba seis meses en vez de cuatro podría alojarse en hoteles, él contestaba que no quería alojarse en hoteles, sino disfrutar del viaje.


No creo que esto sea aplicable a la mayoría de gente, pero sí que es posible, si no eres muy exigente, trabajar unos cuantos meses al año en lo que te salga para ganar el dinero suficiente que te permita vivir como quieres el resto del año. Digo «en lo que te salga» porque la mayoría de trabajos exigen una cierta regularidad o presencia. Nadie (o casi nadie) contrata a un autónomo que no está cuando se le necesita. Otra cosa es que aceptes trabajos de tu sector como freelance adaptándote al momento en el que te lo piden. Después de todo, si te pasas la mayoría del año sin trabajar tienes meses de sobra para ser flexible 🙂

Trabajar a tiempo parcial

Quien más quien menos puede dar clases particulares, cuidar niños, hacer algún trabajo como freelance, hacer declaraciones de renta, etc… Estas tareas, que no son más que maneras de ganar dinero, que se hacen en la mayoría de casos sin declararlas a la Agencia Tributaria, podrán hacerse de manera legal si los partidos políticos cumplen lo que prometían en sus programas. La cuota de autónomos progresiva estaba en el programa de Ciudadanos, Podemos y PSOE, y de manera menos clara, en el del PP. La idea es que los autónomos que facturen menos del salario mínimo interprofesional mensual (SMI) no tengan que pagar la cuota de autónomos y los que lo superen paguen progresivamente de acuerdo a sus ingresos. Tendremos que esperar, porque parece que, en la reciente aprobación de la nueva ley de autónomos, se han olvidado de esta promesa electoral.

Es curioso que esta medida no se apruebe. En mi opinión, si se llegase a producir  facilitaría mucho el afloramiento de negocios que actualmente se realizan sin tributar porque la cuota de autónomos es demasiado alta. No tiene demasiado sentido pagar casi 300 € mensuales de cuota de autónomos si generas, por ejemplo, menos de 500 €. Conozco mucha gente que estaría encantada de legalizar su situación y declarar sus pequeños ingresos, si esto sólo les obligase a pagar un porcentaje sobre ellos. Esa cuota mínima y el exceso de burocracia lo complica todo mucho.

Obtener dinero de una afición

Monetizar nuestras aficiones puede facilitar un cambio de vidaJugar al ajedrez, escribir historias, grabar vídeos, hacer maceteros de macramé, palmas de Semana Santa o belenes de Navidad, fabricar muñecas o pulseras, criar tortugas o publicar un blog serían ejemplos de aficiones con posibilidades de generar ingresos. En el caso del ajedrez podrías enseñar a jugar, escribir un libro o incluso ganar dinero en campeonatos. Si te gusta escribir historias también puedes publicar un libro, ahora al alcance de todo el mundo gracias a empresas como Amazon, o también podrías aprovechar las posibilidades que te ofrece el mundo online para publicarlo por capítulos en tu propia página web. Si lo tuyo son los vídeos ahí tienes Youtube para dar rienda suelta a tu creatividad y si te gustan los blogs hay plataformas gratuitas que te permitirán explicar tus inquietudes al mundo.

En general los ingresos que se obtendrán serán bajos, pero a nadie le amarga un dulce y ganar unos euretes por hacer lo que te gusta tiene su gracia. Los ejemplos que he puesto son de gente de mi entorno que obtiene 100 € o más al mes. Otra cosa es que una vez descontados los gastos (transporte, materia prima, infraestructura, etc…) ganes algo 🙂

Gastar menos dinero / reducir los gastos


La otra manera de equilibrar gastos e ingresos es reducir los gastos. Esta opción, que muchas veces no se tiene en cuenta, es muy efectiva porque muchas veces se pueden hacer cambios de proveedor o producto sin perder calidad y reduciendo el coste.

Trabajar cuesta dinero

Lo hemos comentado otras veces. El hecho de tener un trabajo cuesta dinero. Los ejemplos típicos son el transporte o el café de la mañana. El transporte no admite demasiada discusión, a no ser que vayas andando o en bici,, pero el café alguno podrá decir que es un gasto no obligatorio. Puede ser, pero para la gran mayoría es algo imprescindible (el «si no me tomo un café no soy persona» es un clásico). Para mi es un acto social. Ir a desayunar con los compañeros forja relaciones y convierte el trabajo en algo más que un sitio donde voy a trabajar.

No trabajar ahorra dinero

Un cambio de vida nos traerá ahorro en algunos gastosParece lo mismo que el punto anterior pero no lo es. Hay cosas que haremos tanto si trabajamos como si no, pero que por el hecho de trabajar nos cuestan más. Tenemos que comer, pero no es lo mismo gastarse 11 € en el restaurante del trabajo que comer en casa. Tenemos que vestirnos, pero la ropa de trabajo (trajes, calzado especial, protecciones, etc…) suele ser un gasto adicional a nuestra ropa habitual. Además, la ropa que uso cuando no trabajo (unos tejanos y una camiseta) es mucho más barata que la que llevo a trabajar (traje o, como mínimo, ropa de vestir). ¿Si no trabajas es necesaria la guardería? ¿Y el comedor de los niños? Los gastos de los hijos se reducen mucho si los padres están en casa.

Revisar los gastos

Sé que esto deberíamos hacerlo regularmente, pero si estamos a punto de dejar de trabajar parece lógico optimizar el apartado de gastos. Los seguros, los suministros, el móvil, el gimnasio, etc… ¿Será necesario un seguro a todo riesgo para el coche si ya no lo utilizo para ir a trabajar? ¿Y esa tarifa del móvil con tantos datos, cuando estaré mucho más en casa y veré a mi pareja a todas horas? ¿Qué hay del gimnasio, si iba a uno al lado del trabajo a la hora de comer y ahora tendré más flexibilidad para salir a correr?

Eso sí, no todo será de color rosa. Algunos gastos, como los recibos de luz, agua o gas, aumentarán, al estar más tiempo en casa.

Cambiar el nivel de gastos


Este apartado es especialmente difícil de valorar. ¿Cuánto gastaré cuando no trabaje? Como hemos visto, habrá gastos que se reduzcan o desaparezcan, pero también habrá otros que aumentarán. Y luego están los nuevos gastos. Aunque no estemos de vacaciones, no trabajar se asimila mentalmente a estarlo, con lo que los gastos de ocio, por ejemplo, seguro que aumentan y hay que tenerlos en cuenta.

Atreverse al cambio de vida

Una vez hemos valorado objetivamente cuánto dinero necesitamos, cuánto ingresamos de forma pasiva y cuánto tendríamos que conseguir para cubrir nuestros gastos, la pregunta de si podemos o no podemos permitírnoslo tiene dos posibles respuestas: si o no. Si la respuesta es no, a seguir. No queda otra.

La presión del entorno al plantear un cambio de vidaPero si la respuesta es sí, nos encontraremos con dos problemas de última hora. El primero ya lo habréis adivinado porque lo hemos comentado en otras ocasiones: el entorno. ¿Pero cómo vas a vivir sin trabajar? Eso es de vagos. ¿Dejar un trabajo bien pagado? ¿Estás loco? Con la que está cayendo. Tienes la cabeza llena de pájaros. Eres un irresponsable, estás poniendo en peligro el futuro de tus hijos. Te arrepentirás. Ahora te parece que no te hace falta pero te acordarás mil veces de este momento y desearás haberme hecho caso. Como tengas problemas no tendrás dinero para solucionarlos. ¿Y la pensión? ¿Qué pasa con la pensión?

Superar al entorno será complicado, pero si deseamos realmente el cambio de vida y las evidencias nos dicen que podemos permitírnoslo, hay que atreverse. Y ahí juegan un papel fundamental nuestras creencias. Mucho cuidado con ellas, porque en muchas ocasiones limitan irracionalmente nuestro comportamiento. Os dejo un vídeo de un anuncio en el que se suceden creencias que limitan a las protagonistas… hasta que las protagonistas deciden no dejarse limitar más. El video me encanta pero es que Vivaldi lo hace incluso mejor.

 


 

Cambio de vida… ¿sí o no?

Todo esto está muy bien, pero hay que llevarlo a la práctica. Y yo lo haré en pocos meses. Antes del verano tenía prácticamente decidido pedir una excedencia de un año a partir de final de septiembre. El problema es que el último día antes de vacaciones me ofrecieron un proyecto de tres meses que me apetece mucho hacer. Eso retrasará mi excedencia hasta final de año y posiblemente me implique una carga de trabajo mayor estos meses, pero creo que valdrá la pena porque el proyecto lo vale.

Me falta, eso sí, decidir la fórmula: excedencia voluntaria, excedencia para cuidar a mi hijo o excedencia para cuidar a un familiar dependiente. Por supuesto, preferiría cualquiera de las dos últimas porque conllevan la obligación para la empresa de readmitirte en el mismo puesto y con las mismas condiciones.

El problema es que mi niño cumple en septiembre los dos años y esa obligación para la empresa sólo es válida hasta que cumpla los tres, es decir, que hablaríamos de 9 meses. La otra opción, la excedencia para cuidar a mi madre o a mi abuela no tiene esta restricción, pero me falta ver si cumplo los requisitos. Ambas tienen minusvalía pero no sé si hace falta algún documento oficial adicional que justifique la dependencia.

¿Qué haré una vez tenga la excedencia? Pues, independientemente de la fórmula escogida, cuidar a mi hijo, a mi madre y a mi abuela. También tengo pensado hacer las tareas de casa, para poder disfrutar de las tardes con la Sra. Cazadividendos y Cazadividendos Junior. Lo normal es que yo llegue tarde a casa, con lo cuál ella hace la mayoría de tareas. Será un gran cambio encontrárselo todo hecho y poder salir a pasear.


También me gustaría comentar que, inicialmente, mi jefe se tomó la noticia con bastante frialdad, reforzando la idea de que somos números para las empresas y de que nadie es imprescindible pero, a la vuelta del verano, me ha intentando convencer de que en vez de una excedencia reduzca jornada. Cierto es que no ha insistido mucho, porque sabe que, una vez he decidido algo, es complicado hacerme cambiar de opinión, pero el hecho de que me lo proponga calma un poco mi ego interior, que se había quedado un poco tocado ante su indiferencia tras mi anuncio.

Además de disfrutar más de mi familia, también quiero reservar tiempo mis otras pasiones. Por un lado, el blog y la enseñanza, de los que espero obtener parte de los ingresos que necesito para llegar al punto de equilibrio. Y por otro, la lectura (tengo muuuuchos libros por leer), volver a dormir las horas necesarias y hacer deporte diariamente. Que la independencia financiera no sirve de nada si no tienes salud 🙂

Esa es mi decisión, basada en mi situación actual y teniendo en mente todo aquello que quiero cambiar, pero cada uno tomará la suya en función de su realidad.

No me gustaría que el debate se centrase en mi caso. Lo expongo únicamente como punto de partida, pero lo realmente enriquecedor sería conocer vuestro punto de vista, saber cuál es vuestro plan de acción según se incrementen vuestros ingresos pasivos, hablar sobre las dificultades que pone el entorno a salirse de lo establecido o de la inseguridad de dar el salto cuando se cumplan las condiciones que habíamos fijado.

¿Qué harás tú? ¿Trabajar hasta conseguir la renta que te dé la libertad financiera total o mejorar tu calidad de vida utilizando la libertad financiera parcial que te proporcionan tus ingresos pasivos actuales? ¿Trabajar menos horas, dedicar más tiempo a la familia, vivir mejor desde ya aunque tenga implicaciones como controlar el nivel de gastos, trabajar a tiempo parcial o realizar alguna actividad que complemente los ingresos pasivos? ¿Cuál es tu plan? ¿Tenéis claro el punto de ruptura? ¿Te atreverás llegado el momento?


¡Que tengas buena caza!

Y si quieres saber más…

Si quieres una explicación general sobre el camino hacia la independencia financiera lee esta página. Si prefieres entrar en profundidad, aquí tienes las diferentes etapas del camino.



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